SANTOS Y DIOSES
En la oscuridad
del cuarto
tengo un cuadro
colgado
de la Inmaculada
Concepción,
la única virgen
que no carga
niños en los
brazos,
apenas una luz en
su vientre.
Tengo un cuadro
colgado,
en la oscuridad
del cuarto,
del Señor de la
Misericordia,
al que se le ora
a las
tres en punto de
la tarde y
a las tres en
punto de la mañana,
la hora yacente
de su cuerpo
en la altura.
Estos santos son
las fortalezas
de mi madre en la
casa
y de mi abuela en
el cielo,
fortaleza que
sutil
les he heredado
y no puedo pelear
con ellas,
tampoco con su
gran padre.
Tengo
en la oscuridad
del cuarto
la imagen de un
felino Jaguar
que acecha desde
la cobija
al calor del
cenit
mientras las bombillas
se recalientan
con la costumbre
de la selva.
Voy a la tienda
por una veladora
blanca,
me acompaña mi
perro, Boris,
abriéndome paso
con su cola.
Al volver,
prendemos una
fina luz
que se expande
sobre el descanso
de
nuestros dioses,
y leemos en voz
baja
a Nietzsche.
Pintura: La Inmaculada de los Venerables. 1678, España. De: Bartolomé Esteban Murillo. (Tomada de Internet)
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