Quisiera ser como Jesús
Después de haber asistido
a la iglesia San José y haber salido,
se me ha dado por ser
como Jesús,
y no lo digo por lo
arrastrados que podríamos parecer
bajo este mismo desierto,
si no por el ideal de
poder que se puede tener
frente a los hombres sin
espíritu.
El poder de curar a la
gente de sus males con sólo
tocarles la frente con la
mano tibia,
y decir: ¡Lázaro,
levántate!
Y que el susodicho
saliera cojeando de su tumba,
medio muerto, con aroma a
demonio implorando comida a
su hermana Marta. ¡Gran
milagro este!
Quisiera ser como Jesús,
y que la gente me diga;
“¡Señor Jesús, o chucho,
podría usted ir de urgencia a mi casa,
mi tío Pilato
está enfermo sobre el
lava platos
¡Maestro, tenga piedad!”
¿Qué haría yo?
Caminaría por los pasillos donde dormitan
los espíritus de la
naturaleza,
todo tan parecido a una
hoguera.
¡Los exorcizo a todos!
¡Adiós punzadas
maléficas!
¡Tumores y pobrezas!
¡La mística los expulsa!
¡Y el poder de Cristo!,
o sea, el mío,
si yo fuera como Jesús,
claro.
¡Que arda lo que deber
arder!
y que la mirada contemple
el desastre del tiempo.
“Señor Jesús, lo
esperamos en esta guerra
por Siria y por Irak,
acá todos bailamos con la
muerte.”
Me diría un niño sirio
desde sus ruinas.
Y si no pudiera hacer
milagros,
estudiaría como un
iluminado la medicina de la academia,
y como buen cirujano no
daría limosna a nadie,
mi oficio estaría en
curar a los desvalidos
con el poder de Dios,
y la sonrisa de mis
enfermeras.
Y ya tranquilo, un
domingo en la casa,
preguntaría,
“¡Juan! ¿Dónde está mi
manta?”
Dentro de ella se cura el
universo.
Allí delfines y
altiplanos,
Dante y su divina
comedia.
He vuelto mis seguidores,
mujeres,
amas de casa de
supermercado.
¡Qué vivan las doncellas
diría Shakespeare
bailando dentro de una
cascara de nuez!
¡Hagamos una fiesta!
Yo aporto el vino de toda
la noche,
Soy sangre dulce y
sedienta;
Tomar y beber todos de
mí,
porque este mi semen
que reemplazará a todos
los hombres del mañana,
porque este es mi cuerpo
que se derrama
azul sobre la pradera.
“¡Juan! Trae las copas de
oro
para servirnos más vino;
Y dile a Magdalena que me
duele la cabeza,
ella es mi alivio.”
Quisiera ser como Jesús,
y si tuviera el poder de
cambiar la historia,
haría de Jesús un hombre
nuevo
¡Un hombre feliz danzando
bajo los planetas que nos
sostienen!
Humano entre la gente
como un dios errante.
Y será también evidente
mi nueva desaparición,
señores, que sin hacer nada,
veo como se degrada el mundo,
afuera,
siempre de adentro hacía
afuera.
¿Quién entiende mejor a
su hijo,
sino la madre en vela?
Eso sí os digo
- indignos de esta
especie-
que, si yo fuera Jesús,
¡El todo poderoso de
cielo y tierra!
Y también de los hombres
(y Darwin estaría feliz
en su tumba),
Os aseguro que de esta
destrucción rítmica y bella,
ni siquiera yo los
salvaría.
Texto: Diego Alexander Gómez
Imagen tomada de internet, en:
https://twitter.com/ezechilo/status/1296666537210904576?lang=no
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