Presentación de la novela de Boris por Hellman Pardo. (Jurado)
"Boris no es el Buck de Jack London que resiste la tierra fría de Yukón. Boris no es Flush en un relato de Virginia Woolf. Boris no es el viejo Míster Jones que busca dueño incansablemente en una novela de Paul Auster. Boris es un perro con presunción de poeta que sobrevive a las fatalidades de un mundo desconocido.
“Mi perro Boris no es un poeta nadaísta” es pura ternura animal. Diego Alexander Gómez universaliza los ojos, el hocico, las inasibles particularidades de un perro para hablarnos de la amistad y su fervor, y para decirnos que el amor también se encuentra en el imperecedero lenguaje de un ladrido.
En esta crónica canina, los poetas Armando y Boris son tristes acólitos de la realidad. Mientras Armando busca trabajo y crea versos cortos al ritmo del punk, Boris lame un hueso en una esquina, mirando a su amo disolverse en el humo de la mariguana. Los gatos Lucy y Toti, los perros Colombina y La chanda, aparecen como personajes cuadrúpedos que acrecientan la atmósfera narrativa. Armando busca en las páginas de Rimbaud, Raúl Gómez Jattin, Darío Lemos, la salvación de quien no puede salvarse. Boris rastrea, en aburridos recitales poéticos, los aromas comestibles del mundo. Esta historia se sostiene sobre la roca de la belleza.
La novela, dividida en “Aullidos”, escarba la naturaleza humana para indagar la ferocidad de los días y la posibilidad de la misericordia. Con cierto humor callejero que nos recuerda a La cuadra, de Gilmer Mesa, pero con un hondo sentido poético, “Mi perro Boris no es un poeta nadaísta” es una obra asombrosa, digna de su actual reconocimiento, cimentada en un impetuoso ladrido de amor.
Hellman Pardo (Jurado)
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