LA MOSCA
He aquí que una mosca
gigante ha venido a visitarme.
Se posó de cabeza bajo el
techo.
Me hostigaba atenta con su
mirada.
Sentí miedo por su presencia.
Traté por todos los medios
sacarla del cuarto.
Tomé una escoba;
Tomé una pala;
¡Vanamente intenté matarla!
Llamé al 911 alegando una
invasión aérea,
y una mujer contestó con
delicada voz erótica;
dijo que eso no era ninguna
emergencia,
y que ardía de celo.
Colgué sorprendido por la
rapidez de mis hormonas
(Marqué donde suelo pedir
auxilio).
Y ella (la mosca) se negaba
a salir.
Se posó sobre el pocillo del
café,
saltó hasta la cortina,
voló hacía la biblioteca
rozando mis cabellos,
y desde allí escuchaba atenta
mi Poesía de la Alegría
mientras se frotaba las
patas delanteras
como burlándose de mí.
Entonces leí en voz alta a
Charles Darwin sobre
La ley del más fuerte
y tomé una chancleta como
arma.
Salté por la cama, le grité
que se arrepintiera,
que se iba a morir.
Pero no pude alcanzarla y
agotado... descansé.
Mientras ella taladraba mis
oídos con su incómodo zumbido
¡¡ ZzZzZzZ !!
¡¡ ZzZzZzZ !!
Tomé otro libro, leí un
versículo de la pasión según Darío Lemos,
y le abrí la ventana,
pero la mosca no quiso
convertirse
en habitante de la calle
y conseguir drogas más
baratas.
El turno entonces fue para
Schopenhauer
que llegó anunciando una
cruda y decepcionante realidad
para todos los hombres del
mañana.
La naturaleza nos engaña
con todo el rigor de la ilusión;
Nos da un trabajo, una
compañera, un hijo,
una correa y un castigo.
¡ Nada podrá sobrevivir a
tales bichos !
Entonces salió del cuarto
tumbando todo,
(como mosca que lleva el
diablo)
¡ Lejos de mis cánticos !
Cerré apresurado la ventana
para estar en tranquilidad;
Y ahí me di cuenta que algo
olía mal adentro;
Una podredumbre de letras
masticadas en silencio
haciendo metamorfosis en mi
pensamiento.
¡ Yo tan sólo un testigo de
todo !
Y ahora:
¿Quién sacará este olor de
mis entrañas?
Cuando eso suceda...
Volverás mosca nuevamente.
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