La luz

 

LA LUZ


Estaba intentando explicarle a mi perro, qué es la luz y para qué sirve.

“Mira Boris”, le decía yo mientras prendía una veladora, “esto se llama luz, fuego, existe desde los volcanes, desde el vientre de la tierra, y sirve para para apaciguar el frío, para ver el camino, para cocinar, para orar, para imaginar. En la cercanía puede hacer daño, quemar la piel, o encandilar la mirada, por eso no es bueno besarle los labios.”

Boris mira atento a mis palabras, al movimiento de mi mano que señala la luz, y continuaba yo con el mensaje creyéndome un maestro iluminado; “la luz se encuentra en el nacimiento, en la leche materna de nuestra madre, en la sonrisa blanca del padre. La luz es el firmamento, el jugo del sol y el movimiento de las ramas. También hay luces artificiales, las bombillas y las pantallas, la luz eléctrica, los motores y los viajes en tren, en carros recargados”.

Boris me mira como si yo fuera su maestro, entonces yo aprovecho esa nobleza, y me esfuerzo, en decirle que “la luz es el alma vital del ser, creando sombras con su movimiento, una mariposa, un niño que llora, una lluvia mañanera que refleja la luz en sus cuerpos, y es la dimensión de aquel brillo en el pensamiento, el motor que se mueve adentro, pujando el corazón, iluminando su maquinaria sentimental".

Boris, gira sobre su propio cuerpo, deja las patas levantadas en el aire, respira y cierra los ojos, y lentamente se va durmiendo, o hace el que se duerme, pero sigue escuchándome a lo lejos, sumergido en el oscuro vacío de su sueño mientras las sombras de la noche lo van guiando por su mente, no tiene pierde, pue mi veladora encendida y mis palabras son su collar de luz y su camino.




Texto: Diego Alexander Gómez

Imagen: Boris en la casa de Madre. 



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Diego Alexander Gómez
pimientaenchanclas@gmail.com
2023


 

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