La belleza es una mujer, y sus dos gatos.

 La belleza es una mujer, y sus dos gatos.


Entré a la casa, crucé el pasillo y saludé a mi gato que me esperaba al lado de las plantas, cuando a lo lejos vi la luz de mi cuarto encendida, me pregunté quién la había prendido, "¿acaso había sido yo mismo esta mañana y no me había percatado de mi descuido al dejarla encendida? "  Miré de soslayo por la ventana, despacio, con cuidado, para ver quién había adentro. Y allí vi a tres hombres en una discusión un poco acalorada hablaban sobre desear la belleza y tenerla. Alcancé a distinguirlos por los libros que tenían en las manos, eran: Gerard de Nerval, Paul Valery y a Antonín Artaud, llevaban sombreros y gabanes oscuros como si se ocultaran de alguien. Me acerqué a la ventana para escuchar mejor lo que discutían.

-- La belleza es la gruta donde nada mi sirena - dijo Nerval defendiendo sus aguas.

-- No, la belleza es “la recompensa después de un pensamiento” - dijo Valery mientras de
sus ropas escurría agua de mar dejando una arenilla blanca por el suelo.

-- No, no - dijo Artaud con su voz chillona de bruja indispuesta- La belleza es la
transparencia que habita en el peyote, más no obstante los brillos de los hospitales me
apartaron de los seres humanos, y era el silencio mi alegría, algo bello entre tantas
voces.

-- Artaud, pero estuviste loco, mira, lo dicen los libros – le dice Nerval mientras le muestra
la contraportada de aquel libro que analiza la vida del escritor.

-- No creas siempre lo que dicen los libros, y más si no lo has escrito tú - le dijo Artaud
con recelo.

-- Calmados amigos - decía Valery-, y contemplemos la calma de los dioses.

En ese instante se veía venir la silueta de Cesar Vallejo, cuando todos lo miraron.

-- Me preocupa la parsimonia de ese hombre, dijo Valery señalando con la mirada a
Vallejo, día a día le crece su tristeza como maleza por el cuerpo, y al caminar le saltan
bichos e insectos. ¿Qué será la belleza para ese hombre? Preguntémosle - Propuso
Valery.

Y Vallejo respondió así a la pregunta.

-- La belleza para mí son mis amigos.

Entonces me retiré a la sala a jugar con mi gato, y así dejar hablar a los maestros en busca de su tranquilidad que en medio de los versos quedaron a escuras.
Al volver, sólo había libros dispersos sobre la cama, huellas de grasa sobre ellos, y sobre el suelo, en grupo, estampas de pies mojados que se esparcían en polvo marino perdiéndose en la bahía del patio.

Aproveché entonces para entrar a mi habitación y recostarme en la cama a intentar soñar con esa palabra llamada “Belleza”, que todos hablaban de ella, la moldeaban a su cuerpo, y la invocaban a los dioses del amor para poseerla. 

Cierro los ojos al vacío de luz en mi mente, y siento acercarse la sombra de Jasón, mi gato, que se recuesta sobre los libros de aquellos hombres puestos en el nochero, yo lo dejo en su camino, que duerma en esos versos junto a un aleteo de viento que se cuela por la ventana, y pienso para mis adentros:

“ Quién quita que me toque una parte grata de eso que llaman belleza y que los hombres y mujeres de todos los tiempos la sueñan, la discuten y la anhelan, aun sabiendo que es ELLA quien habita dentro de nosotros con su modo misterioso, simple y silencioso de ser ".

Así, mi gato y yo, nos adentramos en el oscuro sueño de la noche, convencidos de que la Belleza es una mujer con el alma dura que observa atenta y sentada como la luz de la Luna baña paciente a sus dos gatos que juegan por el patio.  





Texto: La belleza es una mujer y sus dos gatos.
De memorias de un librero sin librería (Inédito)

Del autor: Diego Alexander Gómez

Imagen: La esfinge y el poeta
Heinrich Lossow.

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