¡Alegría!
¡Alegría!
¡Estoy vivo! Hoy
cumplo años, treinta y siete, dicen.
He querido
engañar a mis amigos virtuales diciendo que son ciento doce.¡No estoy tan
viejo! “¡Treinta y siete años, y aún no he nacido”!
Intento parirme
a mí mismo desde este tronco, butaca de librería.
Me duelen las
piernas, las manos, la cadera, toda... y parte del vientre. ¡Casi nazco amigos! ¡Voy
descendiendo lento por el útero de la vida! No llevo nombre, me llamaran por mi
oficio: fabulador de ideas, inventor de cosas inútiles, Librero de pasillo. Astronauta
del futuro.
Voy como letras
derramadas por el espacio, y mis amigos: los libros, con la paciencia del
silencio, me reciben con un viento de hoja, y cantos para la vida. Se van
abriendo, uno a uno, como con el viento, en la página treinta siete. "¡Ah, una cábala!", me digo: "¡Mi
horóscopo, mi regocijo, mi consuelo!"
Miremos;
Miremos;
Jorge Isaac me
habla del primer beso con su prima, que por un extraño deseo se había recostado
entre su cuello.
Gibran me
recuerda que “el dolor interior puede llegar a ser una perla extraordinaria.”
Borges me dice
que “el universo requiere la eternidad” y para ello se fundó las palabras
“creación y conservar”.
Rojas Herazo me
aconseja que olvide a Lydia, que deje, que se pierda
con sus cocuyos en las manos, a los lejos como un barco taciturno.
con sus cocuyos en las manos, a los lejos como un barco taciturno.
Y más adelante me dice que "Si hemos de
morir algún día que nos acompañe la musa dela risa” ¡Como una hermosa dama!,
me prefijo. Y así cada quien es súbdito de su deseo, de su amor por él, por todo lo que gira en esta gran
explosión de la vida.
Mercedes
Carranza me dice, en la página anterior, como si también tuviera que dejar algo.
--Señor
Alexander, “eleva una oración por los muertos que yacen con el pecho oprimido
bajo la tierra”. Luego en la página treinta siete, la misma de todos los libros, me dice:
--Señor
Alexander, “Si quiere amor, que siga sus antojos”
Y me adentro en el
vacío oscuro de mi universo buscando la puerta de mis deseos, mis antojos
mundanos. Y me pregunto, ¿qué quiero yo?, ¡casi un santo abandonado a su deriva!. Y brilla algo a lo
lejos, bajo la sombra de la pregunta, como un nido de trigo fresco, se escucha un canto de
wayra, el sonido de río. Aquella música se lleva toda mi atención.
¿Qué ser
precioso y extraño se oculta tímido ante mis ojos? parece la cola de un zorro, ¿o será la liviandad de una
guacamaya que pasa? ¿Los colores brillantes de un pez? ¡Será a caso el ondear del cabello de una mujer
que oculta su rostro tras de los muros de la biblioteca?
Destellos, pequeñas
porciones de átomos místicos se presentan entre el viento. ¡Qué placentero es
nacer por el espacio! Yo, hoy veinticinco de agosto. ¡Happy! ¡Happy! ¡Bukowski
me ha embriagado!
Ricardo Reis me
dice; “Sigue tu destino, riega tus plantas, ama tus rosas. El resto es la
sombra de árboles ajenos… los dioses son dioses porque no piensan”
Brindo por mí,
por mis amigos, por mi madre, por todos mis ancestros.
Por mis
hermanos, y por mi perro Boris, más famoso que el nuevo Papa. Brindo por estos símbolos como palabras, versos,
libros, e imágenes que decoran y me tejen el pensamiento.
¡Brindo por ti ma
femme!
¡Qué bello es
estar vivo! ¡Y cantarnos a cada tanto, unos a los otros! En este día, voy, voy
naciendo por el camino.
El Sueño (1910)
Del pintor Francés Henri Rousseau (1844 - 1910)
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