Los Poemas del Siervo



“También yo he de llamar a los creyentes
para que formen corro en torno mío,
y me escuchen”

Jorge Zalamea

1

La memoria más antigua que emerge del pensamiento
viene de la oscuridad remolinada de un suspiro.
Estaba el homo dormido sobre la faz de la tierra,
sorprendido por su ronquido,
no sabía que existía hasta ese momento.

Llegó el alba a la tibieza. 
Tranquilo resplandor entre los ojos. 
¡Oh estremecimiento! 
Era la otra mitad del universo. 

Tiniebla y esplendor juntos eran el fondo 
del movimiento de la tierra. 
Se definieron los lugares, 
y entre las nieblas y los vientos 
las plantas amanecían siempre erguidas,
habían desarrollado el fruto colorido
que muchos animales 
ya acostumbraban a comerlo.

Bajo las aguas frondosas los reptiles fríos y silenciosos 
dejaban ver sus colas sucias y escamosas 
atemorizando los rebaños y los animales silvestres. 
Y volaron los pájaros más allá de las copas 
y el hombre apenas pensaba como cogerlos, 
y surgió el alimento.

Nadie sabía que existían las ballenas y los calamares.  
Luego la hoguera, pilar la mandioca y el casabe.  
Manjar de alimentos bajo el fuego
mientras los hombres descansaban 
cada cierto tiempo en el péndulo de un chinchorro.

Entre más alto lo que se abarca
más ambiguo y respetado el firmamento.  
Y alabamos  las estrellas tanto tiempo
hasta que los planetas que orbitan las montañas 
difirieron de nuestra mirada, 
y hubo discusiones, riñas, enfrentamientos, 
sólo por multiplicar los sucesos;
y un hombre sin saberlo mató a su hermano.

Era culpa del árbol de la sabiduría,
y de la ciencia entrometida. 
Se formó el bien y el mal,
y tuvieron las palabras algunos dioses. 
Ordenaron  mezclar la saliva con la carne abierta,
y hubo vergüenza del sexo, llanto y fluidos embriagantes. 

Se repitió una y otra vez el mismo gemido, 
constante en su propósito, invitando al regocijo del animal
que viajaba arropado ahora con hojas de plátano, 
mientras se distrae en  el acantilado del vacío sideral.


Se pregunta:
-- ¿Cuál será el futuro venidero? 

Así fue el  inicio, y me place contar el fin,
que de seguro existe, y de mil maneras.
¡El exterminio completo!
El renacer de un tallo nuevo que abre 
sus pétalos negros evocando el luto 
de la especie humana.

¡Tantos miles de años desaparecidos de la faz de la tierra!



El cristal del mundo.
Foto: E. S






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